Hoy maldigo mi insomnio. Un insomnio que, como de una oscura e intima R'lyeh, trae consigo el despertar de mis dioses antiguos, mis mitos olvidados. Mis miedos y anhelos enfrentados.
Hoy maldigo mi nueva filosofía barata, que el secreto de todo es aceptar los finales. Que todo se reduce a soltar lastre y arriar las velas hasta ver de nuevo tierra y conquistarla.
Hoy maldigo mi pena, cuando los suspiros suenan como el crujir de muebles en la noche. Cuando el corazón encogido cabría en un paquete de tabaco e igualmente acaba en humo y cenizas.
Hoy maldigo a todas las mujeres que me hicieron racionalizar hasta tal punto el amor que despejo incógnitas al dividir dos piernas. Y al hacer balance de todos estos años, mi mínimo común denominador bien podría ser: Casi te quiero.
Hoy te maldigo a ti.
Hoy me maldigo yo.
Y puede que, como el lobo estepario de Hesse, jamás esté contento con ser feliz, que no haya sido creado para ello... Que quiera algo más.
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